miércoles, 21 de enero de 2009

Nadar

Anoche volví a la piscina, en horario intempestivo, después de dos meses en dique seco por culpa de un molesto hongo en la piel.

Volví a sumergirme en el líquido elemento, con una calle para mi sola, éramos solo cuatro personas nadando a las 10 de la noche. Los potentes focos iluminaban el fondo de la piscina y yo nadaba sola, siguiendo la línea azul oscura de los azulejos del fondo.

A pesar de los dos meses sin nadar, fue como si no lo hubiera dejado. Brazada, brazada, brazada, respira; brazada, brazada, brazada, respira.

Hice 800 metros en 40 minutos. Para alguien que mide 1'68 m y pesa 90 kilos no está mal, nada mal.

Es lo bueno que tiene la natación, los ejercicios armónicos, la respiración invertida (se coge el aire por la boca y se expulsa por la nariz), los años de práctica y que tú no eres lo más importante, sino el agua. Debes fundirte con ella, ser uno y no romper el equilibrio que forma la superficie más que en lo necesario.

Recuerdo a todos los monitores que han pasado por mi vida, empezando por Óscar, gruñón donde los haya y el mejor entrenador infantil que he visto nunca; Rafa, enérgico y activo a pesar de sus años, que se metía en la piscina a nadar con nosotros; Ángela, que me enseñó a nadar a braza, un estilo innato en mucha gente, pero que yo no pude comprender hasta que no me lo mostró paso a paso; Sergio, que propuso muchas variaciones en los entrenamientos y que no siempre fue bien entendido; Nando, alto, esbelto y flexible como un junco, otro que se metía a nadar con sus alumnos y que siempre fue (y será) santo de mi devoción, por simpático y por ese culo turgente que posee. Ahora tengo a Andrés, un chiquillo de apenas 24 años, que cuida de mi y de mis vértigos piscineros (nadar a espalda me encanta, pero a veces es un problema, sobre todo si he tenido un mal día de acúfenos) y que se sorprende que no proteste ni rechiste por los ejercicios que nos manda. "¿Por qué voy a hacerlo?", le digo, "eres tú el que manda, el que sabe. Si algo no puedo hacer, lo diré y tú me cambiarás el ejercicio, ¿verdad? Pues ya está".

Echaba de menos nadar, lo echaba mucho de menos.

5 comentarios:

Sr_Skyzos dijo...

Yo, todavía, cuando paso por un jardín y huelo a cloro, me revoluciono. A ver si de una puta vez me estabilizo en un trabajo con un horario decente y recupero la costumbre de nadar.

Anónimo dijo...

No me meto yo en una piscina pública con este frío ( por muy bien acondicioná ke este) ni looooco!

AR dijo...

Si no nos separaran tantos kilometros, me encantaría poder compartir contigo esos raticos de piscina. Ya mismo me compro un pisico alli. Besos acuáticos

Anónimo dijo...

Me dais envidia los que nadáis tan bien. Yo lo deje porque me vino el periodo demasiado pronto y nunca aprendí a respirar bien.

hm dijo...

Yo he vuelto recientemente a coger los horarios de la piscina de Cartagena... a ver si vuelvo, pero me pasa como a ti, que tengo que nadar con monitor... y en Caratgena hay tan poca oferta y con unas horas taaaaaaaaaan malas... a ver si después de leerla me animo de una vez...

Nadar es el único deporte que me gusta más que el fútbol... cuando nadas estás sólo con el agua.