martes, 31 de mayo de 2011

Tarta de terciopelo rojo

La semana pasada, de cara a una cita con amigos, intenté hacer una receta que se llama Red Velvet Cake o Tarta de Terciopelo Rojo. Típica de Canadá, se caracteriza por tener el bizcocho rojo, gracias a los colorantes, y por una generosa capa de nata.

Pues bien, lo que iba a ser una estupenda demostración de mis dotes como repostera, se convirtió en un chufo rosa.

Para empezar, a pesar de que le puse el doble de colorante que recogía la receta, el rojo no se vió por ningún lado, aquello era rosa-rosa, pantera rosa. Primera decepción.

La segunda decepción fue el propio bizcocho, con una consistencia estupenda para comérselo a bocaos, pero poco "cuerpo" para ser un bizcocho a rellenar. Eso supuso que el corte a tres del bizcocho quedara hecho un asco y dificultara su montaje.

Por último, para rematar, la crema de nata no salió bien. Era la primera vez que lo intentaba y no lo conseguí. No sé si es que tenía que haber metido la nata al frigo, haberle puesto más azúcar o qué, pero el caso es que la nata no subió lo que debería haber subido al haberla montado y, al mezclarla con el queso de untar, quedó demasiado líquida, lo que supuso que, al untarla sobre el bizcocho, no quedara bien y chorreteara por todos sitios.

Conclusión 1: Mr. Osako compró una bonita tarta de chocolate y nata en la pastelería.

Conclusión 2: La próxima vez no te metas donde no sabes y haz lo que mejor se te da, una buena tarta de galletas con chocolate.

martes, 24 de mayo de 2011

Micropost ( XXXVI)

Hace días que tengo un cansancio físico bastante acusado. Lo estoy achacando al calor, que siempre me puede y que me deja chof. Incluso he retomado la costumbre de tumbarme en mi tumbona playera que tengo en la cocina del despacho para dejarme adormilar 20 o 30 minutos, porque siento que no llego.

Además, las circunstancias no ayudan demasiado. Tengo batsante trabajo pendiente, un asunto especial entre las manos y me siento algo presionada por las partes, sé que les urge y por las circunstancias tengo que responder muy, muy bien, pero no son mis únicos clientes y no puedo sacar más horas de las que tiene el día.

Necesito un descanso ya, desconectar de la rutina y no sé cuándo me lo podré tomar.

viernes, 20 de mayo de 2011

Son los nuestros, por Julio Anguita

Me limito a poner la valoración de Julio Anguita de lo que está ocurriendo con el movimiento 15-M:

"Están hartos. Saturados de discursos y prácticas tramposas. Escandalizados de que tanto ladrón ilustre acapare los flashes y las cabeceras de los informativos en lugar de las crónicas de los juzgados de guardia. Dolidos por causa de la sordidez de las políticas al uso, aparentemente dictadas por esos inventos exculpatorios denominados mercados. Atónitos ante la degradación y caricaturización de conceptos como Justicia, Libertad o Democracia. Zaheridos por el permanente agravio que suponen el despilfarro de una minoría frente a los esfuerzos infructuosos para supervivir, de una mayoría. Lúcidamente rebeldes ante una pasividad generalizada y además cultivada por la cultura oficial instalada en medios de comunicación, el adocenado lenguaje político al uso y los penosos discursos de tantos tenores huecos.
Se han lanzado a la calle y la siguen llenado sin complejos, poniendo en evidencia a quienes debían y debíamos haberlas llenado antes. Creo que todavía no son plenamente conscientes del valor y del ejemplo de su acción; no sé si han caído en la cuenta de lo que apuntan, de lo que han empezado a entreabrir y orear. Tienen la ingenuidad y la imprudencia de todos aquellos que se han atrevido a decir que el rey está desnudo y que la farsa es eso, una farsa.
Y lo hacen- a tenor de las declaraciones de sus portavoces- con una finísima mezcla de sentido común, valentía moral y madurez ciudadana que los hace casi únicos en este páramo berroqueño en el que la Ética y los valores ni cotizan en bolsa ni tampoco en las urnas. España siempre se parece a sí misma. Por las trazas se deduce que ellos se suman con fuerza joven a una minoría que siempre ha intentado acabar con esa miseria de nuestra historia. Tienen vocación de mayoría cívica capaz de desalojar de su aconchado caparazón a esa otra mayoría que traga connivente y cómplice.
Los he acompañado por la calles de Córdoba el día 15 y me he sentido de ellos. A mis años y con la hoja de servicios amarilla de tiempo he sentido el impulso de intensificar ante mí y ante los míos, mi nunca abandonada lucha. Son los nuestros; y esta expresión quiere poner especial énfasis en la acepción de pertenencia que el posesivo conlleva; son los nuestros porque les pertenecemos. Son los nuestros porque rezuman aquella voluntad de cambio que otrora dio sentido a nuestra apuesta política. Lo han dejado claro, son apartidistas pero no apolíticos. Gracias compañeros y compañeras por esa decencia y sabiduría que por desgracia sólo están al alcance de vosotros y unos pocos más.
Creo, como comunista organizado, que nuestra militancia comunista exige de nosotros y a título personal, enrolarnos, comprometernos y engrosar sus filas sin más soldada ni recompensa que la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía; o lo que es lo mismo hacia la honestidad, la justicia, la igualdad y el lenguaje limpio y veraz al servicio de la comunicación de ideas.
Cuando acabe el coro de grillos en el que el bipartidismo y adheridos han transformado la campaña electoral y asistamos al rigodón de pactos, repactos y contrapactos, no olvidemos que ya hay quien nos mira limpia y organizadamente; ya hay quien nos va a demandar algo más que lo políticamente correcto para hoy y hambre para mañana. Los mejores editoriales, las más incisivas crónicas, los más claros análisis y los juicios más justos no se hacen ahora en los medios (casi siempre mediatizados) sino en las calles y plazas de España. Demostremos que Democracia es mucho más que el rito cuatrienalmente repetido"

Un ejemplo de respeto

Cristina, una oyente de Radio Nacional, llama a la radio para pedir respeto por los manifestantes del llamado 15-M. Como bien dijo un amigo, no hay flores para mandar a esta mujer para darle las gracias por tener la valentía suficiente de pedir que se trate a los manifestantes de una manera más respetuosa y digna.


jueves, 19 de mayo de 2011

Carta de José Luis Sampedro para todos los que queremos una democracia real

Queridos amigos:

Ante la imposibilidad de asistir a vuestra convocatoria, deseo con estas líneas manifestar mi adhesión a la iniciativa ¡Democracia real ya! Naturalmente interpretando la palabra “real” como adjetivo referido a realidad y no a realeza.

Hace unos meses me uní a Stéphan Hessel prologando su panfleto Indignaos. Era un llamamiento a no aceptar sin más la tiranía del poder financiero y el abandono de los valores que encarnaba nuestra civilización (Europa). Poco después, Rosa María Artal tomó el relevo y bajo el título Reacciona nos invitó a unos cuantos estudiosos a profundizar en las razones para actuar frente a la crisis económica, política y social del sistema.

Ahora es vuestro turno, mucho más importante. Me ilusiona ver que los receptores del mensaje, muy certeramente, habéis comprendido que no basta con indignarse, que es necesario convertir la indignación en resistencia y dar un paso más. El momento histórico impone la acción, la movilización, la protesta, la rebelión pacífica. El llamamiento a indignarse no debe quedarse en un best-seller fácilmente digerible por el sistema y así lo estáis demostrando con esta convocatoria.

Por eso me adhiero a vuestras reivindicaciones, hago mío el manifiesto, me solidarizo y deseo un clamoroso 15-M. Pero sobre todo, os animo a avanzar en la lucha hacia una vida más humana. Los medios oficiales no se van a volcar con vosotros y encontraréis muchos obstáculos en el camino, pero está en juego vuestro futuro. El 15 de mayo ha de ser algo más que un oasis en el desierto; ha de ser el inicio de una ardua lucha hasta lograr que, efectivamente, ni seamos ni nos tomen por “mercancía en manos de políticos y banqueros”. Digamos NO a la tiranía financiera y sus consecuencias devastadoras.

José Luis Sampedro

Democracia real ya

Vaya por delante mi intención de ir a votar el próximo día 22 en las municipales y autonómicas convocadas. No diré cuál será mi voto, pero sí que votaré.

Quiero dejaros unas palabras para la reflexión, a medias escritas entre mi buen amigo Manifacero (desaparecido del mundo blogueril) y yo.

Las Juntas Electorales, presionadas por la Junta Electoral Central, están prohibiendo las reuniones como las de la Plaza del Sol. Sólo os recuerdo una cosa:

Artículo 21 Constitución Española.

1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.

2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.

Y ahora os pongo la opinión de mi amigo Manifacero:

Se deniega la autorización de una manifestación porque:

a) No se justifica la urgencia de la convocatoria, y

b) SE CONSIDERA QUE LA PETICIÓN DE VOTO RESPONSABLE PUEDE AFECTAR A LA CAMPAÑA ELECTORAL Y A LA LIBERTAD DE DERECHO DEL VOTO.

Espero que lo recuerden cuando algún candidato apele al voto útil y del miedo. Manda huevos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La mujer del cuadro

Planeta Murciano ha propuesto un ejercicio en su blog: a partir de un cuadro, hacer un relato.

Aquí os dejo el cuadro y mi relato.

La modelo, Obdulio Miralles
La modelo, de Obdulio Miralles,
Casino de Murcia

Carmen nunca había sido una muchacha guapa, ni agraciada, ni tenía un buen cuerpo, pero la necesidad llegó a ser tan grande que no tuvo más remedio que buscar refugio en la casa de mancebía de la Sra. Gertrudis, cerca de la Puerta de Orihuela y, tragándose su orgullo, vender su cuerpo para poder alimentarse.

Desvinculada ya de su familia, no sentía ni amor ni aprecio por aquéllos que le habían dado la vida: su padre, huertano borracho, pegaba a su madre cuando las cosas no estaban a su gusto y a la menor de cambio: bien porque el cocido estaba frío, bien porque no había más que acelgas para comer, bien porque no quedaba sebo para alumbrarse. Su madre, mujer sin afecto producto de la vida y los palos, era un muro rígido donde se estrellaban los intentos de besos y abrazos de Carmen.

El día en que su padre fijó sus ojos vidriosos en los pechos de Carmen y, acto seguido, le metió la mano por la camisa, ésta decidió que nada ya la vinculaba a la pobre barraca en la que vivían en Alguazas y, al igual que hicieron sus hermanos antes, cogió la única muda de ropa limpia que tenía, las cuatro perras que guardaba en un bote, fruto de sisarle al viejo, y se marchó a la capital.

Sólo dos veces había estado allí con anterioridad y las dos veces, con el mismo propósito: ver salir a la Virgen de la Fuensanta camino de su santuario en el monte. Una de las ocasiones era apenas una niña y la empujó hasta allí una madre aún creyente, con la esperanza de que, rezando a la Virgen, su padre dejara de maltratarla. La segunda vez, ya de moza, se fue con las chicas de la parroquia, para pedir en rogativa que lloviera. Y, entonces, se encontró de nuevo camino a Murcia, andando siguiendo la vera del río, con la esperanza de que las cosas se vieran de otro modo cuando llegara a la catedral.

Sin embargo, apenas habían pasado quince días desde su llegada cuando se dio cuenta de que las cosas no eran cómo ella imaginaba. No supo (o no pudo) dirigirse a los lugares correctos para pedir trabajo, su apariencia sólo demostraba que era una más en la ciudad, pobre chica de pueblo, harta de labrar la tierra y cuidar de las cabras, las manos llenas de callos, poco delicadas para servir en las casas de los señoritos. Apenas sabía coser, mucho menos bordar y ni siquiera tenía belleza con la que encandilar a los posibles patrones y lograr pasar por ello del dintel de las puertas. Por eso había acabado anca la Sra. Gertrudis, después de sus pasos la encaminaran por muchas parroquias y algunos conventos de la capital, después de haber dormido en los soportales de la catedral y de haber mendigado comida a los mercaderes de Sto. Domingo.

Y ahora, pasados ya varios meses desde que entró en el lupanar, la veía ante mi, arropada con la sábana de la cama donde había gozado de ella y azuzando la estufa con la que intentaba darme un poco de calor, a mi, soldado raso de su majestad de la que se creía enamorado, pues le había dado, sin que lo supiera la Sra. Gertudis, dos reales para que se comprara un vestido nuevo.