jueves, 25 de junio de 2009

ASESINATO (Final)

(Continuación...)

A ver si acabo ya con esto, que es que el trabajo no me deja tiempo para actualizar...

La tercera y última sesión de juicio fue breve. El Magistrado-Presidente citó a los abogados y a la fiscal a su despacho media hora antes de la comparecencia pública con el jurado. Debíamos intentar determinar en consenso el llamado "objeto del veredicto". Son una serie de pautas que se dan al jurado y sobre las cuales deben decir si están de acuerdo o no en cómo se produjeron. Se detallan los hechos ocurridos en párrafos y ellos deben decir, de acuerdo con la práctica de la prueba que han visto si se produjeron así o no.

Se llegó a un consenso por parte de todas las partes y se pasó el objeto del veredicto al jurado. Tras ello, se encerrarían a deliberar, a puerta cerrada e incomunicados. En el mismo momento en que uno de los jurados se disponía a entrar en la sala, le dio un desmayo, por los nervios y la tensión y una pequeña crisis de ansiedad. Ante la situación, se llamó a uno de los jurados suplentes, para que se formalizara correctamente el mismo y esperamos la deliberación.

El Magistrado-Presidente nos dijo que estuviéramos localizados durante todo el día, porque en cuanto tuvieran dicho veredicto, nos llamarían, aunque fueran las 8 de la noche. Pero no esperamos tanto. A las 16.30 recibo una llamada del juzgado, que me cita a las 17.15 para escuchar el veredicto.

De nuevo en audiencia pública, con sólo el acompañamiento de la familia del fallecido y del agresor, el jurado determinó que el agresor era culpable de un delito de asesinato, que reconocían la atenuante de confesión, pero que no existía reparación del daño. El jurado no determinó la pena a imponer, eso lo haría el Magistrado-Presidente después. Tras el veredicto, los abogados solicitamos nuestra pena correspondiente, la fiscal pidió 15 años e indemnización de 66.148 euros, yo solicité 17 años y medio y 90.000 euros de indemnización (ambas por delito de asesinato) y la defensa solicitó 5 años de prisión por entender que estábamos ante un delito de homicidio y no de asesinato.

Se disolvió el jurado, les dimos las gracias y, a puerta cerrada, el abogado contrario me felicitó, diciéndome que lo había hecho realmente bien. Igualmente, la fiscal se acercó a mi y me dio dos besos, diciendo que efectivamente había defendido a mis clientes (la familia) muy bien. Yo saludé a la Secretaria y al Magistrado-Presidente, que me preguntó mi edad y cuánto tiempo llevaba en la profesión y si eran clientes de oficio o particulares.

Salí del juzgado con la sensación de que había ganado algo muy importante en mi carrera, no sólo un veredicto de culpabilidad, sino la certeza de saber que puedo defender lo más importante (la vida humana) y eso, quieras que no, te da mucha energía.

A la vuelta al despacho, paré en una confitería y compré unos dulces, el veredicto se merecía una celebración e invité a merendar a mis compañeras de despacho.

Diez días después recibimos la sentencia dictada por el juez: condena al agresor a 15 años de prisión y a pagar una indemnización de 66.148 euros (lo solicitado por el fiscal). Se lo comuniqué a mis clientes, que están contentos con ello, puesto que saben que si el agresor no paga la responsabilidad civil, no podrá disfrutar de los beneficios penitenciarios de salidas de fin de semana y tampoco podrá acceder al llamado tercer grado (trabajar fuera de la cárcel y dormir dentro).

Esto ha sido todo. Si alguien tiene alguna duda y quiere que se la resuelva, que me lo pregunte y haré un post al respecto.

FIN

2 comentarios:

elena dijo...

Súper interesante ;)
Enhorabuena!

Unknown dijo...

Hija...que emocionante.