jueves, 10 de septiembre de 2009

Malditoz roedorez

Ya dije yo en Julio que teníamos visitantes en el cielo raso del techo de mi casa. Mi hermana comenzó a decir en Agosto, cuando se quedó sola por culpa de su trabajo, que aquéllo era muy ruidoso para ser un simple ratón: o que era muy grande o que eran más de uno.

Cuando llegaron mis padres de la playa y yo del viaje, encontramos restos de cagadas de roedor en una ventana. Y faltaba una pastilla de jabón, se habían comido una cabeza de ajos del cesto y habían roído unas zapatillas verdes de mi madre.

El lunes pasado mi madre salió al patio de mi casa, que es particular, cuando llueve se moja como los demás, pero sólo una parte, porque tiene otra parte techada y con un enorme armario de aluminio y cristal esmerilado empotrado, que nos sirve de despensa. Pues eso, que salió y la vio. Una rata enorme, saliendo del armario y dejando tras de sí un rastro de arroz. El grito que pegó en plan "¡una rata!" fue oído en varios kilómetros a la redonda y acudimos todos a ver, desde la ventana de la cocina, qué había pasado. Sólo el valiente de mi padre salió al patio, pero poco se pudo hacer: había escapado impunemente.

Puestos al habla con otros vecinos, confirmaron lo que ya sospechábamos: la rata campaba a sus anchas entre los distintos patios de vecinos, moviéndose entre unos y otros a través del tejado, hizo nido en varios cielos rasos de mi calle, puesto que se colaba bajo las tejas y se colocaba encima de la escayola. Se comía todo tipo de alimento/basura que quedara a su alcance, roía todo lo que caía en su boca y se cagó y meó donde le dio la gana.

En concreto, cuando mis padres empezaron a limpiar las diversas bolsas y cajas que tenemos encima del armario del patio, mi madre apreció que la linda ratita se había comido una de mis muñecas (estaban guardadas en una bolsa de viaje que no utilizamos, porque ya soy mayor y no juego con muñecas, pero no quería tirarlas). Se había meado en ella, le había comido una mano, un trozo del vestido y, encima, fue a cagarse en mi moisés de madera, que lo guardaba yo para cuando tuviera una niña y dárselo a jugar. También se ha comido parte de una manta vieja y el nuevo guante de golf de mi padre, que pensaba que lo había perdido.

Esta mañana, al salir a comprar el pan, la vecina de al lado nos ha dicho que la rata cayó ayer en una ratonera en su terraza. Que era más grande de lo que pensaban y que tenía unos pelos y una cola realmente asquerosos. Pero que no hagamos mucho por quitar las trampas y venenos, porque puede haber más. Que como sea hembra, le ha dado tiempo a engordar a varias crías con todo lo que se ha llevado.

A ver quién coño duerme ahora tranquila pensando que puedo tener un nido de ratas encima de mi dormitorio...

4 comentarios:

Mr.Celofan dijo...

Pues lo ha pasado bien antes de palmarla. Yo me mudaría.

Mr.Celofan dijo...

Si fuera alguno de sus vástagos, me refiero.

Vosotros no hace falta que os vayáis.

Nils dijo...

qué mal rollo... en mi antigua casa había ratoncitos en el falso techo, pero sólo una vez vimos a uno, que salió echando leches, más asustado que nosotros, que estábamos cagaos jajaja

YoMisma dijo...

Ante una plaga de los mencionados bichejos, en mi barrio empezaron a aparecer más vecinos con gatos, y más gatos. Ratas no ha quedado ninguna...
Pero rara es la farola que no tiene un cartel de "Regalo gatitos".

Una cosa por la otra.
Un Saludo,
YoMisma