jueves, 17 de junio de 2010

Verano 2.0

Si echo la vista atrás veo lo que han ido evolucinando mis vacaciones a lo largo de los últimos años.

Desde que tengo uso de razón recuerdo el Puerto de Mazarrón como lugar de veraneo, allí donde mis padres decidieron un día asentar el culo y comprarse un dúplex cerca de la playa de la Isla de Paco.

Desde chiquitita, era acabar el colegio y plantarnos en la playa hasta que empezaba el colegio. Recuerdo que mi padre se quedaba en el pueblo, yendo a trabajar y comía con la abuela. Venía los miércoles a comer y se iba los jueves supertemprano, volvía los viernes y ya se quedaba hasta el domingo por la tarde. Muchos nos quedamos sin ir al a feria de Murcia porque llegábamos apenas dos días antes de comenzar el colegio. Justificar a ambos lados

Entre los 13 y los 15 años alterné con un grupo de chicas que tenían en común conmigo cierta cercanía de residencia, pero el asunto no funcionó. Empezaba la época adolescente y el coqueteo con el alcohol, pero hubo determinadas acciones que no me gustaron un pelo y decidí pasar página con aquel grupo.

El verano de mis 16 años, una amiga de mi instituto vino a veranear al Puerto. Allí ella tenía una amiga y empezamos a salir con ella y sus amigas y se formó un gran grupo. Con ellas pasé mis mejores veranos, hasta los 22 años aproximadamente, en el que las cosas empezaron a estropearse por culpa de un chico.

Dos de mis amigas estudiaban conmigo la carrera. Una de ellas iba detrás de un chico que era muy amigo mío, de esos que te lo cuentan todo y claro, cuando por fin mi amigo se decidió a pedirle salir, ella se tomó un poco a mal que tuviera amistades femeninas y, por ende, tan cercanas a ella. El caso es que aquella relación fue hacia delante y la mía con mi amiga y su novio (amigo mío) fue hacia atrás. El batacazo definitivo (y que me hizo sentir como una puta mierda, sin tener motivo) fue su boda, a la que estuvieron invitadas todas las amigas de la playa menos yo, que ya no era bienvenida en el círculo de amistades de mi amiga playera y su marido (amigo mio).

Aquel fue el acicate que me dió la vida para saber quién es realmente tu amigo y quién no. De aquél grupo de 6 chicas hoy sólo tengo relación con 2 de ellas y con una muy especialmente. Al resto, me da igual no verlas.

Tras esa ruptura de grupo, mis veranos se centraron en descansar a tope en casa: leí más que nunca, pinté más que nunca y dejé de salir de bares por las noches. Con mis amigas "de diario" comencé a hacer algún que otro viaje (la Ruta del Quijote, por ejemplo) y decidí compartir mi tiempo con mi familia.

Pero llegó Mr. Osako, el cual me dio un punto de vista distinto: compartir vacaciones con tu pareja. Y aquí estamos. El año pasado visitamos la Comarca del Matarraña, en Teruel, altamente recomendable para aquéllos a los que le gusten los pueblecitos mediavales con cuestas p'arriba y cuestas p'abajo y rincones bellos, ríos en su nacimiento y naturaleza desbordada, además de algún que otro pueblo ibérico rescatado de las ruinas y cementerios medievales.

Y este año hemos apostado por Oeste español. Aljucén es nuestro destino, a pocos minutos de Mérida, donde esperamos poder disfrutar de todo el sabor, el color y el calor de Extremadura en Agosto. Ganas no nos faltan (algunos dineros puede que sí) y tenemos reservado un bonito apartamento en un retiro romano, con termas incluidas. Y, a la vuelta, una semanita más en la casa familiar del Puerto de Mazarrón.

3 comentarios:

Nils dijo...

seguro que te lo pasas fenomenal! hay que saber aprovechar todos los viajes, porque no hay destino malo (salvo Basilea... jajaja)

Amaterasu dijo...

A disfrutar que el invierno ha sido duro... yo aún a estas alturas no sé dónde iré. Tiene muy buena pinta lo d elas termas y esas cosas, aunque claro, yo que no veo la playa nunca e slo que me apetece, la verdad. Besitos

vainilla dijo...

pues que lo paseis fenomenal...yo no tengo vacaciones