viernes, 25 de junio de 2010

Abejarucos

En 2008 conocí a un chico a través de este blog. No sé cómo, había llegado a él y era un buen seguidor. Quiso conocerme y, tras muchas reticencias por mi parte (ya que otros a los que había conocido por aquí habían sido unos auténticos raros), accedí a cenar con él un día.

Me encontré delante de un hombre lleno de anécdotas, historias, chascarrillos... vamos, un hombre "vivido".

Poco a poco estuvimos alternando, con varias cenas y alguna comida, incluso fuimos juntos a una función de El circo de los horrores.

La cosa no salió como yo esperaba, pero durante ese tiempo, ese "yo" desprendido que tengo de vez en cuando, le regaló una acuarela, dos abejarucos con el pico enlazado, ya que era un apasionado de la ornitología.

Y tal como vino, se fue, en dos meses lo conocí y desapareció de mi vida (¿veis?, otro raro).

Al cabo de varios meses (quizá un año), una amiga de un amigo le dijo que ese chico, Joaquín, había muerto. Mi amigo me llamó para decirme que lo enterraban en el pueblo de su familia. Obviamente, no fui al sepelio, nada me unía ya a él.

Esta mañana, repasando carpetas en el ordenador, he encontrado la acuarela que le regalé. No sé dónde habrá acabado, aunque sería una lástima que hubiera acabado en la basura, porque me costó mucho trabajo conseguir el efecto de las plumas (aunque no lo parezca).

Va por ti, dónde quiera que estés volando, Turdus Merula.

Abejarucos