lunes, 11 de mayo de 2009

El señor Palomar

El Sr. Palomar es un ancianito de aspecto venerable que tiene 82 años, vive en un 3º sin ascensor y tiene mucho tiempo libre.

El Sr. Palomar tiene un problema con su comunidad, es de esas comunidades antiguas, de vecinos muy mayores, con recursos escasos y que tienen una presidenta que ha hecho de su capa un sayo y que hace, más o menos, lo que quiere.

Al Sr. Palomar, como le cuesta mucho subir y bajar escaleras, cada vez que baja de su 3º sin ascensor, viene a verme. Pasa a saludar, me dice. Pero se puede tirar aquí horas y horas si no lo corto.

El Sr. Palomar vive solo. No tiene hijos cerca, vienen a recogerlo los domingos para que se vaya con ellos a comer a sus casas.

El Sr. Palomar viene, se sienta y me habla. Me cuenta muchas cosas de la comunidad, pero también me cuenta otras cosas.

El Sr. Palomar me da un poco de pena, porque él no necesita un abogado, necesita alguien que lo escuche.

Cuánta gente habrá por ahí como el Sr. Palomar.

P.D.: Obviamente, el Sr. Palomar no se llama así.

4 comentarios:

Pablo dijo...

Asi que no solo ocurre en los ambulatorios...
Es un problema de como nos hemos organizado socialmente y los problemas que acarrea esa organización cuando cada vez se viven más años.

Por cierto, no viene a cuento, pero el otro dia me acordé mucho de tí. Estaba leyendo "The Art of Start" un libro de un inversor de capital riesgo muy muy famoso llamado Guy Kawasaki. Es practicamente una estrella del rock en el Silicon Valley. Resulta que en el libro contaba que tiene el mismo sindrome que tu en el oido, y que a menudo oye pitidos. El bromeaba diciendo que creia que era de oir las mentiras de siempre de la gente que buscaba dinero.

Un abrazo!

hm dijo...

Pobre hombre.

Y ya le vale a la presidenta, el ascensor puede no ser la solución, pero ayuda.

En general la gente no escucha, a nadie...

Unknown dijo...

Pues si, mira que se debe de pasar soledad en la vejez.

coxis dijo...

la vejez no tiene nada de glamour... Y todos llegaremos a ella, con suerte