El pasado finde fue uno de esos para recordar (pero por bueno, clarostá).
El viernes por la tarde llegaba mi abuela del hospital. Bastante desmejorada, con mucho peso perdido, pero con la viveza de su mirada más nítida que nunca y con ganas de organizarlo todo. Poco a poco fueron desfilando por mi casa todos sus nietos, aunque no todos sus hijos (ya sabéis que pocas familias se salvan de cosas así). Uno de mis primos propuso hacernos con una cama de hospital y un colchón antiescaras para que todos estuvieran más cómodos, tanto los que la cuidan a diario como ella misma en su persona (y en su marqués culo).
El sábado tuvimos día de intendencias varias y me tocó la compra de la semana, como buen ama de casa en potencia, me encaminé al super y di mil vueltas antes de encontrar lo que quería. Y no es porque no sepa hacer la compra, sino porque cada Mercapeich es de una manera y el nuevo que está cerca de casa aún no lo conozco, malpensaos.
Por la tarde, una siesta reparadora y locura de que la cama articulada ya estaba allí, de que el coche de mi padre se me estropeó (sí, a mi) cuando iba a la confitería a por la cena y de que se montara en condiciones la dichosa cama (fue el claro ejemplo de empresa española formada por varios socios administradores y mandones y un solo trabajador).
Por la noche, cena en Chez Goliadkin, donde degustamos delicatessen varias consistentes en tomatitos y queso gouda curado, ensalada de cuscús sobre lecho de endivias y anchoas, lomo con fuá y jamón de pato y, tachán-tachán, sushi de mango, pepino y salmón que estaba DE-LI-CIO-SO. Todo ello elaborado por el anfitrión, que tuvo a bien presentarnos a su media naranja a sus amigas de la EPJ. Luego fiestuqui en lugares de moda de la nuit murciana. Al final acabamos la Sra. Amparo y yo en uno de los antros por antonomasia de Murcia city, donde me di cuenta de que la cosa no es pa' tanto y que los gays son demasiado exagerados cuando quieren meterte miedo (no, no era la Metropol, pensad mal y acertaréis).
Domingo por la mañana, resaca de la noche anterior (pero más que nada por no dormir) y cita en Chez Terciopelo Azul para una estupenda paella de pescado cocinada por la Maricarmen del Safuán, a la que asistimos el anfitrión, la cocinera, Fuensi y Fusiforme (que a ver si va actualizando el fotolog), paella aderezada con mucha charla, muchas risas y, como no, nuestra degustación típica de dulces variados, a la que sumaron la Sra. Amparo y el Sr. Skyzos, y es que, nenicos, cada vez que nos juntamos pa' comer acabo no cenando porque no me entra nada más (tuve mi parte de culpa al llevar un bizcocho mixto de normal y chocolate.) Además, a media tarde vinieron Urobora con su barriguita oronda incubadora de Ruy-Pequeño-Cid y Skrbjop.
Por la tarde ya, me llevó a casa el Sr. Skyzos y disfruté de un final de finde en compañía de mi familia, contando viejas historias de familia con la abuela y riéndonos de las trastadas de mis primos cuando eran pequeños.
Y mañana os contaré cómo conocí a SIE y el gusto que me dio reencontrarme después de muchos años con Ed. Expunctor.
El viernes por la tarde llegaba mi abuela del hospital. Bastante desmejorada, con mucho peso perdido, pero con la viveza de su mirada más nítida que nunca y con ganas de organizarlo todo. Poco a poco fueron desfilando por mi casa todos sus nietos, aunque no todos sus hijos (ya sabéis que pocas familias se salvan de cosas así). Uno de mis primos propuso hacernos con una cama de hospital y un colchón antiescaras para que todos estuvieran más cómodos, tanto los que la cuidan a diario como ella misma en su persona (y en su marqués culo).
El sábado tuvimos día de intendencias varias y me tocó la compra de la semana, como buen ama de casa en potencia, me encaminé al super y di mil vueltas antes de encontrar lo que quería. Y no es porque no sepa hacer la compra, sino porque cada Mercapeich es de una manera y el nuevo que está cerca de casa aún no lo conozco, malpensaos.
Por la tarde, una siesta reparadora y locura de que la cama articulada ya estaba allí, de que el coche de mi padre se me estropeó (sí, a mi) cuando iba a la confitería a por la cena y de que se montara en condiciones la dichosa cama (fue el claro ejemplo de empresa española formada por varios socios administradores y mandones y un solo trabajador).
Por la noche, cena en Chez Goliadkin, donde degustamos delicatessen varias consistentes en tomatitos y queso gouda curado, ensalada de cuscús sobre lecho de endivias y anchoas, lomo con fuá y jamón de pato y, tachán-tachán, sushi de mango, pepino y salmón que estaba DE-LI-CIO-SO. Todo ello elaborado por el anfitrión, que tuvo a bien presentarnos a su media naranja a sus amigas de la EPJ. Luego fiestuqui en lugares de moda de la nuit murciana. Al final acabamos la Sra. Amparo y yo en uno de los antros por antonomasia de Murcia city, donde me di cuenta de que la cosa no es pa' tanto y que los gays son demasiado exagerados cuando quieren meterte miedo (no, no era la Metropol, pensad mal y acertaréis).
Domingo por la mañana, resaca de la noche anterior (pero más que nada por no dormir) y cita en Chez Terciopelo Azul para una estupenda paella de pescado cocinada por la Maricarmen del Safuán, a la que asistimos el anfitrión, la cocinera, Fuensi y Fusiforme (que a ver si va actualizando el fotolog), paella aderezada con mucha charla, muchas risas y, como no, nuestra degustación típica de dulces variados, a la que sumaron la Sra. Amparo y el Sr. Skyzos, y es que, nenicos, cada vez que nos juntamos pa' comer acabo no cenando porque no me entra nada más (tuve mi parte de culpa al llevar un bizcocho mixto de normal y chocolate.) Además, a media tarde vinieron Urobora con su barriguita oronda incubadora de Ruy-Pequeño-Cid y Skrbjop.
Por la tarde ya, me llevó a casa el Sr. Skyzos y disfruté de un final de finde en compañía de mi familia, contando viejas historias de familia con la abuela y riéndonos de las trastadas de mis primos cuando eran pequeños.
Y mañana os contaré cómo conocí a SIE y el gusto que me dio reencontrarme después de muchos años con Ed. Expunctor.
3 comentarios:
Me alegro mucho de que la abuela esté en casa. Tenía la corazonada de que saldría adelante, después de haberte oído hablar de las enormes ganas que tenía de vivir. Una persona con tantas ganas de seguir viviendo no es rival fácil para la muerte. En serio, me alegro de que esté de vuelta y pasando ratos agradables y contando anécdotas con la familia... Un abrazo.
Pues que gustazo de finde!
Me encanta cuando haces estos post tan vitalistas... trasmites felicidad. Me alegro por tu abuela y por ti ;).
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