Hay que tener amigos hasta en el infierno.
Ayer me encaminé hacia la Oficina Regional del Catastro armada de paciencia y un buen libro, porque temía que pasaría allí buena parte de la mañana para averiguar un nombre y una dirección. Iba con la certeza de que la información que me iban a facilitar me costaría, al menos, 25 ó 30 euros.
Apenas esperé 15 minutos y, para mi asombro, no me cobraron nada por la información.
Pero, claro, porque la persona que me atendió era del pueblo. En resulta de que yo iba con el encargo de un cliente a pedir el nombre del colindante de su bajo, ya que derribaron la vivienda que había allí y dejaron un solar mondo y lirondo, con la mala suerte de que cada vez que llueve, el agua se queda estancada junto al muro de la vivienda y ya ha cedido dicho muro, de manera que hay una enorme raja en el interior y en el exterior del bajo y hay peligro de que se siga abriendo. De ahí la necesidad de saber a quién pertenecía el solar, para reclamarles que impermeabilicen el muro y que acondicionen el solar para que no perjudique a mi cliente.
El funcionario, al ver el nombre de mi cliente, me ha dicho, anda, si este es de mi pueblo. Y nos hemos puesto a hablar, a explicarle de quién era hija yo, quiénes eran mis abuelos, qué es lo que quería y me ha dicho, déjate de certificaciones, yo te doy el nombre del titular y te ahorras el dinero, si es sólo eso lo que quieres. Dicho y hecho.
Si es que hay que tener amigos hasta en el infierno...
Ayer me encaminé hacia la Oficina Regional del Catastro armada de paciencia y un buen libro, porque temía que pasaría allí buena parte de la mañana para averiguar un nombre y una dirección. Iba con la certeza de que la información que me iban a facilitar me costaría, al menos, 25 ó 30 euros.
Apenas esperé 15 minutos y, para mi asombro, no me cobraron nada por la información.
Pero, claro, porque la persona que me atendió era del pueblo. En resulta de que yo iba con el encargo de un cliente a pedir el nombre del colindante de su bajo, ya que derribaron la vivienda que había allí y dejaron un solar mondo y lirondo, con la mala suerte de que cada vez que llueve, el agua se queda estancada junto al muro de la vivienda y ya ha cedido dicho muro, de manera que hay una enorme raja en el interior y en el exterior del bajo y hay peligro de que se siga abriendo. De ahí la necesidad de saber a quién pertenecía el solar, para reclamarles que impermeabilicen el muro y que acondicionen el solar para que no perjudique a mi cliente.
El funcionario, al ver el nombre de mi cliente, me ha dicho, anda, si este es de mi pueblo. Y nos hemos puesto a hablar, a explicarle de quién era hija yo, quiénes eran mis abuelos, qué es lo que quería y me ha dicho, déjate de certificaciones, yo te doy el nombre del titular y te ahorras el dinero, si es sólo eso lo que quieres. Dicho y hecho.
Si es que hay que tener amigos hasta en el infierno...
2 comentarios:
ya, ya, tu lo que dijiste es que eras hija de la marquesa de coñohondo, y ante la aristocracia, ya se sabe XD
Pos si la administración y la burocracia de este país funciona por el amiguismo, eso significa...Ke no funciona...
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