Volver al trabajo a la vuelta de vacaciones fue un puro infierno. Había mucho por hacer y pensé, tonta de mi, que el trabajo disminuiría conforme fuera pasando el mes. Pero no ha sido así y he tenido muchas cosas pendientes encima de la mesa, que tenían que salir sí o sí. He incumplido mi autoimpuesto horario de trabajo y he perdido mucha vida familiar a costa del despacho.
Además, he hecho gala de una intensa vida social y he podido disfrutar de varios fines de semana en compañía de amigos y familiares. Tanto Mr. Osako como yo hemos ido a la playa, a comer arroz con costra (muy recomendable), a visitar a amigos que no vemos a menudo y nos hemos deleitado con todo ello. Tanto, que sólo hemos parado un fin de semana en casa desde el mes de Septiembre.
Llegó el puente del Día de la Hispanidad y no pudimos disfrutarlo, porque Mr. Osako trabajaba, pero cuando salió del trabajo volvimos a la playa.
La vuelta al trabajo el día 13 se antojaba normal y pacífica, pero un pequeño favor hecho a la mujer de un cliente volcó mi semana y la puso patas arriba. En plena debacle para asistir a una señora en un juzgado por rayar un coche, debía contestar una demanda y mandarla por correo urgente a Cieza, el tiempo se echaba encima, puesto que había perdido un tiempo precioso en comisaría y debía recuperarlo.
Para no perder más tiempo, me quedé a dormir en casa de mis padres y abandoné mi vida de pareja por una noche. Ya sé que no es nada del otro mundo (de hecho, no fue la primera vez ni será la última), pero el hacerlo obligada por las circuntancias del trabajo no me hizo sentir muy bien que digamos. En casa de la Marquesa de Coñohondo me sentí muy arropada y querida, como siempre que voy, pero no es lo mismo dormir en tu antigua cama, que volver a casa a dormir con tu amor.
Al menos, compensamos ese tiempo perdido con una oferta inesperada de fin de semana. Me contrataron para celebrar una ceremonia de renovación de votos matrimoniales con motivo de unas bodas de plata y se celebraba en un exclusivo hotel con centro de thalasoterapia de Murcia. Gracias al organizador de dicho evento, nos alojamos en el hotel a un precio muy ventajoso y conseguimos recuperar el tiempo perdido. Lo ganado con la boda, lo gastamos en el hotel. Hemos pasado un fin de semana diferente y tranquilo, caro y lujoso y con ánimo de seguir disfrutando de nuestro tiempo juntos muchas más veces.
Además, me queda pendiente contaros que he vuelto a dar clases de capacitación para transportistas y que tengo un grupo grande y que me marcho a Zaragoza a finales de Noviembre para asistir, como organizadora y ponente a la I Jornada de Trastornos del Equilibrio organizada por ATEVERMA.
Llegó el puente del Día de la Hispanidad y no pudimos disfrutarlo, porque Mr. Osako trabajaba, pero cuando salió del trabajo volvimos a la playa.
La vuelta al trabajo el día 13 se antojaba normal y pacífica, pero un pequeño favor hecho a la mujer de un cliente volcó mi semana y la puso patas arriba. En plena debacle para asistir a una señora en un juzgado por rayar un coche, debía contestar una demanda y mandarla por correo urgente a Cieza, el tiempo se echaba encima, puesto que había perdido un tiempo precioso en comisaría y debía recuperarlo.
Para no perder más tiempo, me quedé a dormir en casa de mis padres y abandoné mi vida de pareja por una noche. Ya sé que no es nada del otro mundo (de hecho, no fue la primera vez ni será la última), pero el hacerlo obligada por las circuntancias del trabajo no me hizo sentir muy bien que digamos. En casa de la Marquesa de Coñohondo me sentí muy arropada y querida, como siempre que voy, pero no es lo mismo dormir en tu antigua cama, que volver a casa a dormir con tu amor.
Al menos, compensamos ese tiempo perdido con una oferta inesperada de fin de semana. Me contrataron para celebrar una ceremonia de renovación de votos matrimoniales con motivo de unas bodas de plata y se celebraba en un exclusivo hotel con centro de thalasoterapia de Murcia. Gracias al organizador de dicho evento, nos alojamos en el hotel a un precio muy ventajoso y conseguimos recuperar el tiempo perdido. Lo ganado con la boda, lo gastamos en el hotel. Hemos pasado un fin de semana diferente y tranquilo, caro y lujoso y con ánimo de seguir disfrutando de nuestro tiempo juntos muchas más veces.
Además, me queda pendiente contaros que he vuelto a dar clases de capacitación para transportistas y que tengo un grupo grande y que me marcho a Zaragoza a finales de Noviembre para asistir, como organizadora y ponente a la I Jornada de Trastornos del Equilibrio organizada por ATEVERMA.
1 comentario:
Buaaaaa..Yo hace más de un mes ke no tengo un finde libre...Ke envidia sana por todo, jamía...
Publicar un comentario