El pasado viernes hice el mayor de los ridículos hechos hasta ahora en un juzgado por mi. Y lo peor es que fue en el Tribunal Superior de Justicia de Murcia, que es que no podía haber otro más elevado en la región.
Enresultadeque el abogado contrario impugnó mediante recurso de apelación la sentencia que condenaba a su cliente a 15 años de prisión por el asesinato del mío, los que me leéis a menudo sabéis a qué caso me refiero. Y, obviamente, yo respondí a ese recurso.
Pues la primera, en la frente. Me equivoqué de recurso. Tenía que haber contestado con una impugnación al recurso de apelación y contesté con un recurso supeditado de apelación, que es como decirle al del recurso inicial "sí, pero no", es decir, sí estoy de acuerdo con lo que dices, pero no, porque sería así o asao.
Ya sé que son cosas que pasan, que es normal que me equivoque, que como no tengo nadie con quien comparar un caso de tribunal del jurado (ninguno de mis conocidos y amigos en la carrera ha tenido uno antes) me lo como yo todo. Pero jode. No veas cómo jode.
Segundo asalto. Citación a las 10:30 horas del día 13 de Noviembre. A las 10:32 se abre la puerta y dice la funcionaria: "Audiencia pública". Entra el abogado contrario y se sienta. Entro yo, paso por detrás del acusado y me siento. Comienza la vista y el presidente del tribunal me indica que no es ése mi caso. Miro estupefacta (pero estupefacta de morirse) al acusado y veo que, efectivamente, no es el acusado de mi caso. Me disculpo porque me he confundido con la hora y con el hecho de que el abogado contrario sea el mismo en ambos casos. Me levanto y me siento entre el público.
Risas entre las chicas pasantes del abogado contrario, que no se rieron en mi cara, pero sí delante de mi, puesto que me senté detrás. Ridículo total delante de 20 alumnos de la Escuela de Prácticas, que no se rieron, pero me miraron con cara de pena.
Se celebra la vista de la otra apelación. Tras una hora y media de alegaciones absurdas y redundantes, comienza la vista de mi apelación. Me pongo la toga, me subo al estrado y me siento. Habla el contrincante, desgrana una serie de hechos ya sabidos por todos, pero reinterpretados bajo el prisma de su oposición a la sentencia. Después, mi intervención.
Enresultadeque el abogado contrario impugnó mediante recurso de apelación la sentencia que condenaba a su cliente a 15 años de prisión por el asesinato del mío, los que me leéis a menudo sabéis a qué caso me refiero. Y, obviamente, yo respondí a ese recurso.
Pues la primera, en la frente. Me equivoqué de recurso. Tenía que haber contestado con una impugnación al recurso de apelación y contesté con un recurso supeditado de apelación, que es como decirle al del recurso inicial "sí, pero no", es decir, sí estoy de acuerdo con lo que dices, pero no, porque sería así o asao.
Ya sé que son cosas que pasan, que es normal que me equivoque, que como no tengo nadie con quien comparar un caso de tribunal del jurado (ninguno de mis conocidos y amigos en la carrera ha tenido uno antes) me lo como yo todo. Pero jode. No veas cómo jode.
Segundo asalto. Citación a las 10:30 horas del día 13 de Noviembre. A las 10:32 se abre la puerta y dice la funcionaria: "Audiencia pública". Entra el abogado contrario y se sienta. Entro yo, paso por detrás del acusado y me siento. Comienza la vista y el presidente del tribunal me indica que no es ése mi caso. Miro estupefacta (pero estupefacta de morirse) al acusado y veo que, efectivamente, no es el acusado de mi caso. Me disculpo porque me he confundido con la hora y con el hecho de que el abogado contrario sea el mismo en ambos casos. Me levanto y me siento entre el público.
Risas entre las chicas pasantes del abogado contrario, que no se rieron en mi cara, pero sí delante de mi, puesto que me senté detrás. Ridículo total delante de 20 alumnos de la Escuela de Prácticas, que no se rieron, pero me miraron con cara de pena.
Se celebra la vista de la otra apelación. Tras una hora y media de alegaciones absurdas y redundantes, comienza la vista de mi apelación. Me pongo la toga, me subo al estrado y me siento. Habla el contrincante, desgrana una serie de hechos ya sabidos por todos, pero reinterpretados bajo el prisma de su oposición a la sentencia. Después, mi intervención.
Ante todo, pido perdón por haberme sentado cuando no me tocaba, pero resalto tres cosas: el apelante es el mismo letrado en los dos casos, la funcionaria no ha especificado el caso a ver, sólo ha dicho "audiencia pública" y era la hora señalada para mi apelación. Disculpas aceptadas. Acto seguio hago ver mi ignorancia ante casos como el que nos ocupa y resalto que me he equivocado en el recurso, que si se me permite corregir, quisiera hacerlo. Se me concede y aprovecho para criticar la extraña redacción de un artículo horrible, el 846 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Entro en el fondo del asunto y resalto con sentencias del Tribunal Supremo los hechos más relevantes para mi defensa: sí hubo alevosía, la confesión del acusado no era relevante, puesto que el testigo lo reconoció de haberse producido anteriormente un altercado con él y los hermanos de la víctima y la reparación del daño causado no llega ni siquiera al 20% de la indmenización de condena, por tanto, no son aplicables como atenuantes ni la confesión ni la reparación del daño.
Para terminar, habla la Fiscal, que resalta que este caso es un claro ejemplo de asesinato con alevosía digno de estudiar en los libros, ya que tiene todos los componentes. Resalta que se adhiere a todo lo expresado por la acusación particular (o sea, yo), ya que los argumentos esgrimidos son los correctos en este caso (lo que me sienta como una bomba de oxígeno increíble).
Termina la vista y se declara visto para sentencia.
Ya os diré qué tal.
7 comentarios:
Joer...¿ Pero usted miró el horoscopo antes de esa mañana? Ay los nervios ke malvados pueden llegar a ser..
No se atormente ke no ha hecho na del otro mundo...Meter la pata es algo natural del ser humano.
Nadie se libra de meter la pata, pero tú lo resolviste muy bien y además recibiste apoyo por parte de la Fiscal.
El tiempo pone todo en su sitio y quien rie último, rie mejor.
Cualquiera se hubiera "equivocado" así. Si no te especifican nada y era tu hora, a ver. Y los de la Escuela pensarían "a mí también me hubiera pasado eso". Además luego lo hiciste muy bien, seguro que os dan la razón a las acusaciones, es que el deber de la defensa es recurrir, pero de ahí a que eso llegue a algo...
pues yo creo que al final quedaste de lujo. olé!
No me parece tan grave, todo el mundo se equivoca.
A la vista salta que te sobra implicación. Si me metiera en un pollo, te confiaría mi defensa con los ojos cerrados.
Y por cierto: estoy totalmente en contra del jurado.
Pues mira lo que le digo, yo le dejaría que llevase un caso mío, con eso lo digo todo.
Lo peor del caso no es tu error, que nos pasa a todos en lo profesional mil veces y lleves los años que lleves, lo peor es que te ha ocurrido delante de un montón de gente y de un Tribunal. Yo me hubiera puesto de todos los colores. OLvidalo y a seguir, no hay otra.
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