Imaginad cómo diría un italiano "qué bonita es la catedral de Murcia city".
Imaginad cómo diría un argentino "qué bonita es la catedral de Murcia city".
¿Ya? Supongo que habréis visualizado en vuestra mente dos cosas: la expresividad italiana, tanto en las palabras como en los gestos, ¿no? Y también la cadencia del lenguaje argentino, ¿verdad?.
Son dos rasgos característicos de la expresión de los nacionales de Italia y Argentina, algo que los caracteriza. ¿Y qué caracteriza a los españoles a la hora de hablar?
Precisamente lo que nos da la seña de identidad es algo único, irrepetible, que no se encuentra en otro país del mundo, algo a lo que el oído extranjero no está habituado y le cuesta captar.
En el lenguaje escrito, además, tampoco se puede captar, es un matiz en el habla muy difícil de trasladar al papel. No, no es que seamos gritones (los italianos también lo son). ¿Aún no sabéis de qué os hablo? Joer, nenicos, leed el título.
El tono. El tonito que empleamos para decir las cosas. Es algo único, algo propio, algo irrepetible. La entonación que le damos a una frase del tipo "mira tu primo cómo cruza la calle" puede tener distintas acepciones según lo digamos con un tono neutro, con un tono de advertencia o con un tono reprobador. Y hay muchos más tonos que utilizamos para dirigirnos en lenguaje coloquial a nuestros interlocutores.
Ayer asistí a un curso intensivo de técnicas de oratoria para abogados. Nos enseñaron a hablar en público con determinada intención, aunque comenzamos dando unos rasgos generales, iba enfocado para el sector determinado de la Justicia, bien sea un juez en sala, un tribunal del jurado o nuestro propio cliente. Y hablaron de enfatizar el discurso, de usar el "tonito", de incidir con sorna, con sarna y con ironía en aquéllo que queremos resaltar, mientras que pasaremos tan rápidos como la luz sobre aquéllo que no queremos que se vea.
Hay una cosa para la que no nos preparan en la Facultad de Derecho y es para enfrentarnos a hablar en público. Ayer se mostraron casos que nos han ocurrido a todos los profesionales del Derecho, porque todos nos hemos quedado en blanco, a todos se nos ha resecado la boca, todos hemos deseado que se abra la tierra y nos trague, todos suspiramos de alivio cuando se suspende un juicio para otro día...
El tono. Tengo que aprender a usarlo cuando me dirija a un determinado sector jurídico, porque me va un asunto en ello, un asunto especial. Y también tengo que aprender a reutilizarlo ante los jueces, porque aunque ya lo he estado utilizando inconscientemente, tengo que revalorizarme y aprovecharme de lo que ayer aprendí.
El tono. El tonito. Y eso que muchas veces nos pierde, porque ¿cuántas peleas se han iniciado con la frase "a mí no me hables en ese tono"?
Imaginad cómo diría un argentino "qué bonita es la catedral de Murcia city".
¿Ya? Supongo que habréis visualizado en vuestra mente dos cosas: la expresividad italiana, tanto en las palabras como en los gestos, ¿no? Y también la cadencia del lenguaje argentino, ¿verdad?.
Son dos rasgos característicos de la expresión de los nacionales de Italia y Argentina, algo que los caracteriza. ¿Y qué caracteriza a los españoles a la hora de hablar?
Precisamente lo que nos da la seña de identidad es algo único, irrepetible, que no se encuentra en otro país del mundo, algo a lo que el oído extranjero no está habituado y le cuesta captar.
En el lenguaje escrito, además, tampoco se puede captar, es un matiz en el habla muy difícil de trasladar al papel. No, no es que seamos gritones (los italianos también lo son). ¿Aún no sabéis de qué os hablo? Joer, nenicos, leed el título.
El tono. El tonito que empleamos para decir las cosas. Es algo único, algo propio, algo irrepetible. La entonación que le damos a una frase del tipo "mira tu primo cómo cruza la calle" puede tener distintas acepciones según lo digamos con un tono neutro, con un tono de advertencia o con un tono reprobador. Y hay muchos más tonos que utilizamos para dirigirnos en lenguaje coloquial a nuestros interlocutores.
Ayer asistí a un curso intensivo de técnicas de oratoria para abogados. Nos enseñaron a hablar en público con determinada intención, aunque comenzamos dando unos rasgos generales, iba enfocado para el sector determinado de la Justicia, bien sea un juez en sala, un tribunal del jurado o nuestro propio cliente. Y hablaron de enfatizar el discurso, de usar el "tonito", de incidir con sorna, con sarna y con ironía en aquéllo que queremos resaltar, mientras que pasaremos tan rápidos como la luz sobre aquéllo que no queremos que se vea.
Hay una cosa para la que no nos preparan en la Facultad de Derecho y es para enfrentarnos a hablar en público. Ayer se mostraron casos que nos han ocurrido a todos los profesionales del Derecho, porque todos nos hemos quedado en blanco, a todos se nos ha resecado la boca, todos hemos deseado que se abra la tierra y nos trague, todos suspiramos de alivio cuando se suspende un juicio para otro día...
El tono. Tengo que aprender a usarlo cuando me dirija a un determinado sector jurídico, porque me va un asunto en ello, un asunto especial. Y también tengo que aprender a reutilizarlo ante los jueces, porque aunque ya lo he estado utilizando inconscientemente, tengo que revalorizarme y aprovecharme de lo que ayer aprendí.
El tono. El tonito. Y eso que muchas veces nos pierde, porque ¿cuántas peleas se han iniciado con la frase "a mí no me hables en ese tono"?
4 comentarios:
Antonia, el tono es muy importante también en inglés; en multitud de idiomas el tono puede tener connotaciones lingüisticas subjetivas importantísimas.
Es por esta razón que es bastante complicado leer poesía por ejemplo de Shakespeare. A veces utiliza un tono muy enganalado en sus poemas de amor y termina con una frase que debe leerse en tono humorístico y es entonces cuando te das cuenta que se trata de un soneto totalmente irónico.
Palabra de filóloga.
Pues es cierto, el tono tiene uno, dos tres y hasta cuatro dobleces. Y con respecto a hablar en público, madre mía, que mal lo paso cuando tengo que hacerlo en las presentaciones delante de los cliente. Que mal nos preparan para estas cosas.
Los murcianos debemos cambiar el tono pero sobre todo... el volumen.
De la misa forma que si vas a hablar con la administración o con los funcionarios de justicia todo te funciona mil veces mejor si vas de niña buena y simpatica y haciendoles ver que sin su ayuda estás perdida. Y luego tambien en asuntos complicados, por ejemplo, si resulta que en un asunto en el que reclaman dinero al seguro por algo tan desgraciado como un accidente con fallecido, pues si vas a negar cualquier indemnización, lo mejor es evitar en la medida de lo posible nombrar a la persona o a la familia para enfriar el asunto, de la misma forma que si vas por el lado de perjudicado, haces lo contrario. Te preparas el escrito del juicio a conciencia intentando memorizar lo que no se debe decir.
Yo todavia no entiendo como hay algunos que todavia hablan como si se estuvieran confensado o los que son unos repelentes absolutos que parece que se rien del compañero. Está claro que si se trata de convencer, la oratoria y la forma de exponer los hechos son esenciales.
Publicar un comentario