martes, 27 de septiembre de 2011

Enrollarse

Hoy he tenido una vista de un recurso de apelación de menores. Mis clientes son gente de las que opinan que, o todo blanco o todo negro y yo me había preparado a conciencia el asunto.

Tras denegarnos la práctica de la prueba, hoy sólo íbamos a ratificarnos en nuestros escritos y a decir cuatro líneas. Yo llevaba preparados 6 folios.

El abogado contrario (apelante) ha comenzado su disertación de manera dubitativa, dando rodeos y hay que confirmar que ha sido breve (pero malo, es su manera de hablar).

El fiscal se ha adherido a lo manifestado por el abogado apelante y yo me he explayado todo lo que he querido y más.

Tras terminar mi intervención, el juez ponente me ha dicho que las alocuciones finales son simples ratificaciones de nuestros escritos, que no debería haber leído tanto.

Reconozco que me cuesta mucho aprenderme las cosas de memoria y que, quizá, debería haber sido más breve. Pero lo que no entienden los jueces es que este trabajo es de doble vía: la primera hacia el juez, que requiere brevedad y la segunda hacia el cliente, que quiere que te explayes y presentes su caso como si fuera el del 11-M.

Mientras siga trabajando, me seguiré enrollando.